2011/05/31

Sueños pa susto

Hombe! El viejo Pedrucho es cosa seria!. Es un tipo particular de tipo. Goloso!, ¡sí!, ¡Goloso y glotón como el solo!. Es de esos que toman la carne-con cinco centímetros de grosor- la alza y la pone en contra el sol. ¡Y se queja!. Hombe grita a los cuatro vientos: ¡Qué carne tal delgada! ¡Veo luz, veo luz!.
Hombe mija fíjese usted que el otro día se metió tremendo sancocho el solo que quedó rendido, fulminao insofacto! Y empezó a soñar. ¡hombe si que gritaba en esos sueños el condenado ese!.
Fíjese usted, de tanto grito vino y despertó a mi señora. Hombe ella andaba más asustada ¡caramba! . Se despertó diciendo:
-Mijo, mijo, oye ve, tu padre está gritando allá. Ve a ve que le pasa.
Mija tranquila-le respondí- eso debe ser que está metió en algún sueño.
-Hombe mijo, ¿pero no sería mejor despertarlo?. Anda, anda, mejor llámalo.
-No mija. Porque a mí me han dicho que no se les debe decir su nombre al despertar a la gente cuando están soñando.
-entonces mijo?. Pero hombe, despiértalo. Que le va ha dar un infarto

Hombe, de tanta insistencia decidí llamadlo, pero no le llamé por su nombre. Hombre yo le grité lo primero que se e ocurrió. “Hoooooobe!” y luego grité “ ¡qué se lo lleven!”

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHY MI MADRE!

Vea ese tipo ha pegado un grito que levantó a todo el mundo a 20 manzanas a la redonda.

Hombe a la mañana siguiente, cuando el viejo se ha levantado, viene y nos cuenta todo asustado

-Fíjense que soñé que andaba en la plaza y todo el pueblo estaba reunido. Cuando de pronto llega el diablo. ¡sí! ¡El diablo! , ¡con rabo y todo!. Bien vestido, eso sí. ¡Carajo! Y fijensé que el diablo dijo :
-me llevaré a uno. ¿a quién me llevo?
Y el diablo a señalado a uno del pueblo. Y entonces el pueblo gritó “¡Nombe!”. Entonces ante la negativa del pueblo el diablo se voltea y apunta hacia a mi “¿me lo llevo”. El pueblo se queda callado y yo esperaba que también me salvaran. Pero de pronto, el Diablo me agarra por un brazo y vuelve a preguntarle a la multitud… ¡Me lo llevo o no me lo llevo! Y alguien grita “ ¡que se lo lleven!”. Y todo el pueblo empieza a repetir ¡Qué se lo lleven”. ¡vea yo jamás me había despertado de un sueño tan verraco, tan sudao!

2011/05/10

Somos iguales y nos tratamos diferentes


 En los hogares de la costa Caribe colombiana se puede evidenciar una marcada cultura sexista entre hombres y mujeres. Diferentes roles son designados de forma discriminante para hombres y mujeres de manera que estos no se alejen del prototipo aceptado por la sociedad “No debes llorar, porque debes ser un macho”, “no debes ser ruda, eres mujer”, “Los hombres pueden salir hasta tarde, las mujeres deben quedarse en casa, cocinar, tejer, cuidar de los niños o lavar, nada más”

Esta problemática es fácilmente evocada por adolecentes quienes observan con mayor facilidad hechos discriminatorios en el mundo que les rodea. O no le parece conocida la historia, a manera de ejemplo, de Luisa que pide permiso a sus padres para ir a una fiesta y estos le responden afirmativamente con una sola condición, que valla con su hermano, dos años menor que ella, pero ¡qué importa! es hombre. O aún peor cuando ella se arma de valor y le cuenta a sus padres que ya no es virgen, recibe un castigo de por vida, mientras que su hermano, semanas después, cuando cuenta de su primera aventura, es fuertemente alabado por los padres. Es bueno mencionar otro ejemplo, como la costumbre de enseñar a las hijas a desempeñarse en las labores de la casa mientras los hermanos juegan sin que se les exija a estos ninguna colaboración.

Si quiere usted, querido lector, evidenciar esta problemática en su propio hogar, y de paso, disfrutar de un interesante ejercicio, ármese de valor y siga estos pasos
  • 1)      Concilie con su familia un día para llevar a cabo el experimento.
  • 2)      Haga que los hombres ocupen las labores de las mujeres y viceversa, o, que los padres ocupen el lugar de sus hijos y estos el de sus padres (Recuerde que puede repetir el ejercicio tantas veces quiera con las variaciones que prefiera)
  • 3)      Cada miembro en este punto, debe actuar exactamente igual a como actuaba la persona cuyo lugar ocupa, es decir, el hijo que en este ejercicio ocupa el papel de la madre deberá tratar a quien haga el papel del hijo tal como recuerda ser tratado por su madre.
  • 4)      Al final del día, reúnase con su familia para dialogar con ellos sobre el “¿Cómo se sintieron actuando como la otra persona? y ¿Cómo se sintieron al verse reflejado en otra persona?”
  • 5)      Saque con ellos sus propias conclusiones

Llevar a cabo ejercicios como el anterior u otras acciones que nos lleven a superar conductas sexistas en nuestros hogares son actividades de carácter necesario y urgente, puesto que estas discriminaciones pueden asemejarse a los virus:
Los virus atacan a un miembro de la familia y se contagia; tal como estas costumbres discriminatorias se heredan de una generación a otra.
Los virus debilitan nuestra fuerza; al igual que estas discriminaciones crean conflictos que debilitan los lazos familiares. Son similares también, en el hecho que ambas son rechazadas por otros miembros de la sociedad que no la padecen. E incluso, el infectado puede sobrellevar los malestares por tanto tiempo que logra acostumbrarse a ellos y los toma como parte de su vida; así mismo, el discriminador convive con actividades discriminatorias por un tiempo tan largo que le parecen comunes e incluso correctos. Lo irónico es que ni estas discriminaciones sexistas ni los virus, son discriminantes en sí mismos, pues puede contagiarle o afectarle a cualquiera que no esté preparado.




Todas las imágenes pertenecen a Ilsa Martínez Martínez a quien corresponden todos los derechos. 

Las voces que se ocultan



La Marina Internacional en la Bahía de Santa Marta

José Osvaldo  uno de los muchos vendedores que sitúan su puesto frente a la Bahía de Santa Marta, llega desde temprano, organiza todo y espera a que lleguen los clientes. Ya no lleva el chaleco reglamentado para los vendedores del sector, al fin y al cabo ya a nadie le importa.

Son las 11:00am, en los últimos 45 minutos solo llegan tres posibles clientes, de los cuales sólo uno comprara una lata de Águila.

De los 17 años que lleva como vendedor en la Bahía jamás le había ido tan mal, nunca antes de que construyeran la Marina. Ahora los mismos turistas le preguntan ¿Cómo se dejaron hacer eso? o exclaman: ¡Cómo han acabado la playa!

Son las mismas palabras que escucha un colega suyo al otro lado de la playa antes de observar como esos turistas se marchan para no volver. Él que lleva más de 30 años, evoca con emoción la grandeza de la bahía, la arena blanca, que ahora se mezcla con el negro de algo que las autoridades llaman “mineral no letal”. Evoca también, la enorme playa que ahora se traga el mar, y sobre todo, extraña la prosperidad de su trabajo que ahora poco a poco se ve sacrificada a cambio de la <prosperidad de la ciudad>.

Ambos hablan con fluidez, y piden con recelo protección ante sus nombres, para que la Capitanía del Puerto no los saque de su lugar de trabajo.

Todos coinciden en que la construcción de la Marina, ha triado consigo la desaparición paulatina de la playa en la Bahía de Santa Marta, agregan, que aunado con el Plan Centro, las autoridades y organismos correspondientes han buscado acabar con los pequeños vendedores y favorecer a los que tienen plata, a los ricos; no más observen como acabaron con la Avenida del Camellón para ampliar los negocios allí establecidos y disminuir el tráfico vehicular por la zona; observen como disminuyeron el área de la Bahía para construir la Marina que a la larga favorece a los que tienen dinero, ya que a los del pueblo se les prohíbe la entrada a esas construcciones que con el tiempo traerán más contaminación a la Bahía producto de los combustibles y desechos de las embarcaciones que allí anclen, sin contar, que existen cuatro entradas de aguas servidas a la Bahía; ¡es un peligro bañarse en nuestra Bahía de Santa Marta!


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