2012/10/05

¿Existe quien consuele a nuestro bolsillo?

Leyendo el periódico del lunes de esta semana, con su lúgubre portada que anunciaba el fracaso de las elecciones interpartidistas, hecho que ya se veía venir gracias a los oscuros pronósticos que muchos se dedicaron a realizar en las semanas previas; me encontré con una paupérrima noticia en una de las hojas interiores. En la tercera página, un pequeño rectángulo sin foto, y sin mayor resalto que el de estar en la parte superior de la misma, anunciaba el aumento en los precios de la gasolina. No pude evitar pensar Ipso facto “Caramba, primero millones de pesos, correspondientes del denuedo de millones de Colombianos para pagar sus impuestos es desperdiciado, y ahora muchos más tendrán que ser pagados en trasporte. Pobre de nuestros bolsillos”. Como parece costumbre en nuestra nación, lo que sube de precio con dificultad tenderá a bajar. Eso lo sabemos muy bien gracias a la gasolina, invariablemente por las nubes, cada vez más alto.

Leyendo el periódico del lunes de esta semana, con su lúgubre portada que anunciaba el fracaso de las elecciones interpartidistas, hecho que ya se veía venir gracias a los oscuros pronósticos que muchos se dedicaron a realizar en las semanas previas; me encontré con una paupérrima noticia en una de las hojas interiores. 

En la tercera página, un pequeño rectángulo sin foto, y sin mayor resalto que el de estar en la parte superior de la misma, anunciaba el aumento en los precios de la gasolina.
No pude evitar pensar Ipso facto “Caramba, primero millones de pesos, correspondientes del denuedo de millones de Colombianos para pagar sus impuestos es desperdiciado, y ahora muchos más tendrán que ser pagados en trasporte. Pobre de nuestros bolsillos”. 

Como parece costumbre en nuestra nación, lo que sube de precio con dificultad tenderá a bajar.  Eso lo sabemos muy bien gracias a la gasolina, invariablemente por las nubes, cada vez más alto. 

Es increíble que pongamos erguida nuestra frente y saquemos pecho por ser un país productor, pero que tengamos que bajar la mirada hacia el suelo, cada vez que tenemos que “tanquear”,  mirando nuestros bolsillos llenos de aíre, pues ser productores parece no influir en los precios.

No les parezca raro que un día de estos compre la gasolina al por mayor y llene con él la alberca de mi casa en vez de agua, que a propósito, parece querer igualarse en precio, alzar el vuelo y hacer que otro colombiano mire hacia el cielo, no por orgullo, sino por el inmensurable dolor que hará elevar las súplicas al cielo.

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