2009/11/27

Amor al imposible

Hermosa resulta ser la princesa que todas las mañanas se sienta junto a la ventana; y, erudito aparenta, el locuaz labrador que se acerca todas las mañanas a cantar en el jardín de tan fina doncella, para lograr así, el corazón de la más fina nobleza

Pero la dulce melodía que poco a poco inunda el paisaje, logra exacerbar al retrógrado y estricto rey, que con zozobra y agilidad convoca a sus soldados para capturar al jovenzuelo que transgredía sus preceptos.
Esta escena repetíase cada día, sin parlamento cambiar. Sin embargo, como si la costumbre tergiversase las ideas, fue el propio rey, que encariñado con la perseverancia del joven trabajador, le ofreció a éste la mano de su hija en sacro matrimonio. Curiosa situación resultaría, cuando el labrador se negó.

Desde entonces él sigue cantando y huyendo con una sonrisa en su rostro, como si amar a lo que no puede alcanzar fuese su más grande tesoro.

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