
La fundación EROSKI de España en su revista Idea Sane (Idea Sana) publicó un artículo que va de la mano con la anterior información. Según esta fundación los jóvenes —y la mayoría de las personas—de hoy comen poco con poco tiempo y comidas poco saludables, o en su defecto evitan comer. Estas prácticas pueden causar sobrealimentación o desnutrición. Ambos casos mencionados por la EROSKI son extremos muy comunes que pueden ser agravados cuando agregamos otro factor de peso: la obsesión por la belleza.
Todas estas actitudes frente al « comer »pueden cobrarnos años de vida, según una asociación internacional de expertos que realizó un estudio llamado: Entendiendo la Incertidumbre (Understanding uncerteinty), quienes afirman que “la diferencia máxima entre las personas que tienen una vida saludable y aquellos que tienen todos los malos hábitos, es de 14 años”. Estos datos son importantes, pues evidencian que detenernos por un momento sobre la forma como llevamos nuestra alimentación, no es para nada, una pérdida de tiempo.

En mi caso, por ejemplo, mi horario y el tiempo que como universitaria le dedico a los trabajos, consume muchas veces las horas del desayuno o el almuerzo, lo que provoca a su vez, que coma muy poco o haga abstinencia involuntaria. Eso, sin contar las horas que pierdo de sueño y el estrés que se acumula en los hombros, que influye en la pérdida del apetito.
Sin embargo, aunque a veces no sea fácil elaborar un horario al propio acomodo, todos pueden tomar ciertas medidas. Los días en los que no sea posible comer en la casa, preparar loncheras o meriendas, como si fuesen municiones para una fuerte guerra, o de lo contrario evaluar nuestro campo enemigo para tener en nuestro punto de mira los restaurantes en los que podemos comer.

De esta manera comer se convierte hoy en día en una carrera contra el tiempo, que requiere algo de esfuerzo y compromiso con uno mismo.
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